Hace un par de semanas falleció un indigente en una plaza de mi pueblo, no sabía nada de él ni tan sólo cómo se llamaba. Tampoco sé los motivos que le llevaron a pasar sus últimos días en la calle, solo y sin nadie que llorara su ausencia. Era una persona anónima como muchas otras que nos encontramos a diario en las grandes ciudades al que le tocó subsistir a la intemperie malviviendo de la caridad de los demás. Especular es muy fácil, sería la crisis que le empujó al abismo, un desengaño amoroso tal vez, un despido, un desahucio...Dios sabe.
Escribo este post principalmente porque me ha llamado la atención ver el bonito detalle que varias personas han tenido con él. Me ha emocionado ver cómo se ha improvisado un pequeño altar en recuerdo de esta persona, cuyo nombre era Alfredo, tal y cómo indica la carta que amablemente han escrito en su memoria. Alfredo en algún momento tuvo familia y vida digna y hay personas que han querido evocarle como se merece. Así que como hay imágenes que valen más que mil palabras os muestro un par de fotos que he tomado por la mañana para enseñaros cómo los seres humanos tienen detalles preciosos cómo este, para rendir homenaje a alguien fallecido que merecía morir dignamente pero el destino no quiso que así fuera.
Gubi's place
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