lunes, 21 de marzo de 2016

Visitar al dentista...Visiting the dentist


¿Existe algo más desagradable para un ser humano que la visita al dentista?, dicho coloquialmente, ¿hay algo que acojone más que sentarse en esa silla de los horrores?, a día de hoy yo creo que es lo más irritante e incómodo a lo que me he sometido desde que tengo uso de razón. 
Mi mente intenta calmar a mi cuerpo, pero me resulta imposible, dos días antes ya empiezo a notar ese temor que se apodera poco a poco de mi ser, por fuera doy la imagen de persona íntegra pero la procesión va por dentro. De hecho el mismo día de la cita, me voy de vareta varias veces al pensar la que se me avecina...y hablo sólo de una limpieza bucal, que ya ves tú, tampoco es para tanto. Pero una servidora lo pasa muy pero que muy mal. 
Y no hay manera de tomármelo con deportividad y pensar: -sino duele, está en tu cabeza-. A mí me duele o creo que me duele, porque siento auténtico pavor y eso se lo transmito al doctor, con lo que ambos pasamos un mal rato, que le vamos a hacer. Para sufrir yo sola, pues oye que también lo pase mal él. 
Pero es necesario cuidar la salud de nuestra boca, al menos llegar a la vejez con todas nuestras piezas dentales. Ese es el reto...aunque no sé yo si a veces es mejor tener una dentadura postiza y punto, todo por no pasar por este calvario. Bromas a parte, es mejor mantener nuestra dentadura.
Antes esto a mí no me pasaba, al menos no de esta forma tan exagerada, tenía los nervios propios del momento pero poco más, no digo que me encantara ir al dentista, pero tampoco lo pasaba tan mal como ahora. Pero todo tiene una explicación lógica, la mía es bien sencilla. Hace unos años tuvieron que extraerme las muelas del juicio porque estaban bajo el hueso y hacían presión para salir. La naturaleza es caprichosa a veces, que le vamos a hacer. Aquellas muelas no habrían salido a la superfície jamás, así que no quedó otra que extraer la piezas, sanas. Creo que en mi vida he sentido dolor semejante, no durante la intervención que duró aproximadamente una hora de reloj, en la que tuvieron que serrar hueso a conciencia. Reconozco que el maxilofacial que me intervino, tenía manos de santo, todo se ha de decir. El horror vino cuando se despertó, la Virgen María, que dolor más tremendo, que sufrimiento... es que no sé cómo definir aquello. Se me hinchó la cara tanto que parecía un hamster con el carrillo repleto de pipas. Una cosa bestial, no puedo explicarlo con palabras, había que verme para creerlo. Pero no sólo eso, a la hinchazón se añadió un hematoma de varios colores que abarcaba parte de la cara hasta el cuello. Parecía que había hecho de extra en el Club de la lucha, tal cual.
Pues de esta guisa, servidora fue a trabajar, dopada hasta las cejas y medio zombie por la calle, concidiendo además con la inauguración de la tienda dónde en aquellos momentos prestaba mis servicios. Aquellas desaprensivas que tuve en aquel momento de jefas, no me dejaron coger la baja...pero eso es otra historia. 
Pues a raíz de aquello, siento un horror tremendo y no soy capaz de controlarlo. En el fondo me da rabia porque me gustaría ser más valiente, pero no sé realmente si se trata de valentía o es que mi subconsciente me traiciona y me recuerda todo aquel suplicio que tuve que padecer en aquel momento.
Porque además seamos sinceros, el hecho de que te trajinen la boca no es agradable. Si a eso le añadimos las dos manos del dentista, una de ellas sosteniendo el espejo bucal, la otra sosteniendo el torno y su ayudante sosteniendo el eyector de saliva...pues a una le entran arcadas cuando ha de aguantar con la boca abierta y con todos esos objetos materiales dentro de la misma. No pasas un buen rato, parece una sala de interrogatorios, la luz enfocándote directamente y la cara del dentista a escasos centímetros de la tuya...vaya tela marinera. Pero para rematar el tema, ¿que me decís de la cómoda posición en el sillón dental que inclinan de tal manera que parece que vayas a salir propulsado al espacio exterior?...
Sea cuál sea la explicación que pudiera darle a este hecho, el tema es que tengo más miedo de ir al dentista que Naranjito cuando ve el anuncio de Zumosol.


Gubi's place

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