¿A quién no le ha ocurrido una de estas pequeñas catastróficas desdichas cotidianas? ¿quién no se ha dormido por quedarse cinco minutos más en la cama o simplemente ha programado mal el despertador y no ha sonado cuando debía? Creo que más de una persona ha sufrido este pequeño infortunio por la mañana.
Esta imagen vale más que mil palabras...darse una ducha matutina con agua calentita es un hábito matutino. Lo preparamos todo cuidadosamente, relajamos cuerpo y mente mientras nos preparamos para afrontar la jornada de trabajo... ¡zas! un chorro de agua fría nos hace volver a la realidad de golpe mientras lanzamos insultos al aire nombrando Santos que ni conocíamos.
Otro de los grandes clásicos es sin lugar a dudas pisar una pieza de Lego por ejemplo...algo tan pequeño e inofensivo es más letal que una piraña hambrienta y lo sé por experiencia. Esta imagen refleja muy bien ese concepto.
Este es otro gran clásico que más de una vez hemos sufrido en casa por ir con las prisas y no prestar atención a la tostadora. El colmo de los colmos es cuando te das cuenta de que eran tus últimas tostadas y te has de conformar con rascar la superficie en profundidad, corriendo el riesgo de quedarte sin ellas o café y a correr.
Cuando se nos va la mano con la temperatura del café que hasta la taza emite un quejido en silencio acordándose de nuestros progenitores...para dejar media taza en la pica de la cocina porque aquello no hay quién se lo beba.
Otro de los grandes clásicos de la humanidad es que la tostada caiga por el lado de la mermelada o de la mantequilla. Es una cuestión física y según el científico Robert Matthews, la tostada siempre cae por el lado de la mermelada no por el peso de la tostada sino por la altura de la mesa. La tostada tiene tiempo suficiente para dar media vuelta, pero no una vuelta entera. Si las mesas tuvieran tres metros, este problema desaparecería.
¿Cuantas veces habéis salido de casa con un calcetín de cada color? Es un detalle cómico, pero creedme que esto pasa más de lo que nos imaginamos y es divertido ver calcetines desparejados en los atuendos mañaneros de las personas.
Por último no podía faltar el clásico de los clásicos, perder las llaves y no saber dónde las has puesto. Ayer sin ir más lejos las había dejado en el lavadero, encima de la secadora, aún no entiendo cómo no caí en que me las había olvidado allí encima. Tuve que llamar a mi pareja al trabajo para preguntarle por casualidad si había cogido ambos juegos...a parte de darle un buen susto evidentemente su respuesta fue negativa. Viví momentos de pánico pensando que las había perdido o me las habían cogido.
Gubi's place
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