Aquí huele a muerto...

Antes de explicar esta tonta anécdota voy a ponerme un poco seria porque es un tema que yo respeto mucho ya que considero que algo hay seguro. Quizá muchos de vosotros seáis reacios a este tipo de cosas, es muy normal pero no podéis negar que existen cientos de historias sobre fenómenos paranormales a los que muchas veces no se le puede atribuir una explicación lógica.

Hace poco he leído un artículo que lanzaba una pregunta al aire acerca de si los fantasmas pueden ser identificados por su olor. Por todos es sabido que los espíritus tienen muchas formas de comunicarse con el mundo de los vivos, una de ellas es a través de los olores. Ya que un olor concreto puede ser asociado a una persona, por su recuerdo o por todo aquello que nos evoca.

Ya que en muchos lugares se han percibido olores repentinos y sin venir a cuento, que muestran indicios de que hay una presencia paranormal en ese sitio. Según los expertos el aroma a tomillo indica que ha habido un asesinato en ese lugar, si percibimos olores florales como la rosa, el jazmín o la lila indica que algún familiar ha fallecido recientemente, si percibimos olores cotidianos como un cigarrillo, una pipa, una colonia, el café recién molido o comida cocinada se asocia a aquellos espíritus que quieren indicar a sus familiares que siguen estando cerca de ellos y aparecen en momentos de gran alegría o muy tristes, si por el contrario percibimos aromas putrefactos como huevos podridos, azufre o alimentos pasados significa que espíritus infelices, poco amistosos o incluso demonios están cerca.

Según la teoría científica, existen diversos trastornos olfativos que bien pueden confundirse con la actividad paranormal, como es la Parosmia, una distorsión del olfato que se debe tener en cuenta siempre que aparezca un desagradable olor repentino de forma inexplicable. La razón principal de este fenómeno es una subcategoría de la parosmia llamada Cacosmia, dónde la persona percibe un olor desagradable tal como heces.

Hay ciertos olores que pueden quedar atrapados en la ropa, en cuadros, en superficies de madera y que pueden llegar a activarse meses o incluso años después debido a un cambio de humedad, temperatura o presión. 

No se puede descartar nada a la hora de dar una explicación a olores fantasmales o racionales.

Tras este preámbulo voy a narrar una pequeña anécdota para que entendáis porque he puesto toda esta parrafada. 

Resulta que hace un par de días ya bien entrada la noche estaba con mi pareja en la cama a punto de dormir cuando noté un olor desagradable que no sabía muy bien de dónde provenía. Mi pareja me dijo que no olía nada porque andaba un poco congestionado, pero que como habían dicho que tenía que llover pues quizá las cloacas o desagües emanaban ese olor característico. Yo no lo tenía demasiado claro e insistí de nuevo diciendo que aún notaba ese olor. En eso que mi pareja me dio una explicación más o menos similar a lo que os he escrito y al final ambos nos acojonamos un poco creyendo que había algún espíritu en la habitación. 
Así que tras pasar un mal rato de forma gratuita resulta que mi novio me confiesa que tenía gases...y ese olor no venía del más allá sino del más aca, vamos del cuerpo humano que tenía a mi vera. 
Tanta tontería y tanto misterio por no ser capaz de decirme que estaba mal del estómago y yo imaginándome que teníamos algún fantasma cerca. Me alegré al menos que todo se resumiera en unos cuantos pedos...es así. A todos nos ha pasado alguna vez, comes deprisa, se te llena el estómago de aire y ala aerofagia que te crió. 
Pero atribuirlo a circunstancias paranomarles es de las excusas más buenas que he oído jamás.





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