martes, 24 de enero de 2017

Retortijones...ese dolor que se sufre en silencio...




Después del fatídico episodio de la muela, que aún no ha acabado porque ahora queda la extracción y sólo de pensarlo me da algo, he tenido un par de noches de retortijones que me han obligado a levantarme de madrugada con unos dolores en el estómago tremendos. Imagino que parte de la culpa debe de ser del antibiótico, es lo que tiene tomar medicación cuando habitualmente no se toma nada de nada.
La verdad es que se pasa francamente mal, sobre todo cuando tu pareja duerme plácidamente mientras tú te vas de vareta en el baño y no puedes hacer nada más que esperar a que la tormenta cese y evacues aquello que te está provocando ese malestar.
La verdad es que en términos generales los retortijones no son nada agradables, si te ocurre en casa aún estás de suerte puesto que puedes ir al baño con total tranquilidad, tomarte unas hierbas, tumbarte en la cama o en el sofá...pero y si te coge fuera de casa, ¿qué ocurre?, estás en la oficina y de repente notas como tu furia intestinal intenta enviarte un mensaje de socorro para que salgas como un cohete hacía el baño pero casualmente te encuentras en medio de una reunión...o estás en los transportes públicos de camino a casa y ¡zas! diarrea al canto...de esta forma tan exagerada nunca me ha pasado pero si que me he llevado algún susto que otro y he tenido que aligerar el paso en busca de algún baño público, con lo poco que me gusta a mí hacer mis necesidades fuera de casa. A no ser que se trate de una cuestión de vida o muerte, prefiero esperar hasta llegar a mi casita, no sé si vosotros tenéis la misma percepción, pero los baños públicos por lo general dan bastante asquete por muy profesionales que sean las personas que se encargan de limpiar...llega un momento en el que esos efluvios podrían despertar a un muerto. Digamos que no es el lugar más limpio del planeta y hay algunos que invitan a huir hasta llegar a casa del tirón. Claro tantas y tantas personas que lo usan en el día, en la semana y en el año...al final aquello pasa factura a quién entra por primera vez. Sobre todo los de los centros comerciales, es demencial las cosas que puedes llegar a ver allí. Estampas que hacen que me pregunte si habitualmente la gente hace eso también en su casa o sólo cuando salen de casa para tocar las narices y mostrar su falta de civismo y educación a los demás.
En fin, anécdotas de la vida cotidiana...dónde a veces nuestro cuerpo cobra protagonismo y nos lo hace saber de la manera menos grata.




Gubi's place.

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