miércoles, 8 de junio de 2016

Con la llegada del calor...los efluvios corporales van a cobrar mayor protagonismo en los recintos cerrados.




Una vez más voy a escribir sobre algo que a todos los que procuramos ir aseados nos repatea el hígado enormemente, me refiero a los efluvios corporales que emanan algunos seres humanos. 
Para empezar voy a explicaros una anécdota la mar de asquerosa que me ocurrió hace ya varios años durante mi época estudiantil. Resulta que teníamos una profesora, cuyo nombre ni recuerdo, que nos daba historia del arte y parecía una venus prehistórica. Si alguien ha visto alguna sabrá a que me refiero. Esta noble mujer no tenía en cuenta su aseo personal y por muchas indirectas que le lanzaran, jamás se dio por aludida. Su cabello tenía más grasa que la que habitualmente encuentra Chicote en las cocinas que visita, que ya es decir, llevaba la misma ropa durante toda la semana y su olor corporal podía ser notado a varios metros de distancia. Caminaba encorvada y su corte de pelo tipo príncipe de Beukelaer recordaba a mamá Fratelli de la película Los Goonies...así ya es más fácil hacerse un idea de lo esperpéntica que era ese ser humano.
 Un día fuimos al museo egipcio y en una de las áreas donde estaban expuestos varios sarcófagos nos juntamos y apretujamos una treintena de alumnos conjuntamente con aquella mujer que era una cloaca andante. La sala era pequeña y a los pocos minutos se había convertido en una sauna mal oliente en la que el hedor de aquella horripilante mujer se había expandido por todos los rincones y poco a poco se apoderaba de todos nosotros provocándonos arcadas casi imposibles de controlar. Así que poco a poco varios de mis compañeros empezaron a lanzarle indirectas respecto al desagradable e inhumano olor mientras se dirigían a las salidas más cercanas porque no podían soportarlo...aún recuerdo aquel día, no se me ha olvidado y eso que han transcurrido ya varios años y lo que es peor, tengo la imagen de aquella mujer en mi mente, parece que la esté viendo y oliendo aún...también recuerdo que estratégicamente me coloqué al lado de una de las puertas por si tenía que salir corriendo. Pues a pesar de los esfuerzos de mis compañeros, nuestra profesora ni se inmutó, es más siguió con sus explicaciones e indicó que el desagradable olor era provocado por la antigüedad de los sarcófagos y así nos transportaba a aquella época. Era para matarla y encerrarla en una caja de seguridad de paredes muy gruesas y enviarla al espacio porque los gases que emanaba ella sola eran más nocivos que los que emanan cinco vacas juntas.
Digamos que la glándula pituitaria amarilla, ubicada en las fosas nasales, de aquella mujer estaba totalmente atrofiada.
Otro caso que me he encontrado es reciente y lo suficientemente desagradable como para provocar más de una náusea. En el gimnasio que frecuento hay un señor entrado en los sesenta que presenta un grave problema de halitosis. Lo peor es que cada vez que me ve se para a hablar con total naturalidad, mientras yo intento aguantar la respiración contestando con monosílabos cada vez que cojo aire para no ahogarme. Es lo más desagradable que ha parido madre y lo más asqueroso que servidora se ha encontrado en años, así que cada vez que le veo procuro saludarle desde la distancia y no darle excesiva conversación porque sino soy capaz de vomitar el desayuno que a conciencia me preparo en casa antes del entreno. 
Para que os hagáis una idea de este personaje os diré que a simple vista no parece excesivamente limpio, su higiene bucal es inexistente y podría utilizarse de arma de  biológica o como un nuevo procedimiento de tortura manteniendo al torturado a menos de cinco centímetros de su boca para que muriera de asco. ¿Sabéis cuando lleva varios días sin llover y las cloacas y desagües empiezan a cantar por soleares? pues cada vez que este hombre abre su boca tengo la sensación de que va a llover en breve. Yo creo que si en vez de hablar por la boca lo hiciera por el ano, se podría mantener una conversación mucho más fluida y con mejor olor.
Tengo otro caso más que viví en mi reciente trabajo donde una de mis compañeras emanaba tal repugnante fragancia que parecía que se había revolcado en algún container cercano a su casa. Cada vez que aquella mujer levantaba el alerón moría alguna de las plantas de la oficina. Habíamos probado todo, regalarle un set de aseo para su cumpleaños a ver si pillaba la indirecta, hablar con ella de forma educada y sin faltarle el respeto, abrir todas las ventanas, perfumar la oficina, con lo que se conseguían peores resultados...pero de nada servía. Se lavaba poco, esa es la verdad o casi nada y tenía condenada a toda la oficina que debía sufrir en silencio aquel infierno que era peor que una hemorroide. Su cabello también era grasiento y estaba tan pegado a su cabeza que ni con una ventolera de aire se le movía un pelo, era muy heavy en serio. El día que se bañaba era una fiesta y entonces daba gusto estar más de dos minutos seguidos cerca de su mesa, pero esa alegría duraba muy pocos días. Llevaba la misma ropa tanto en verano como en invierno y no se cambiaba durante semanas, además tampoco era muy pulcra y esa definición que dice: donde hay pelo hay alegría..se creó pensando en ella.
Algunos seres humanos son así, sucios, dejados, mal olientes y les importa un bledo. Yo creo que en el fondo lo saben pero ya están más que acostumbrados a sus olores y pasan.
Estas son sólo algunas de las anécdotas más cercanas que he tenido que vivir y sufrir, lo del tema de los olores lo padecemos a diario y ahora que llega el veranito mucho más. Sobre todo si hemos de coger los transportes públicos...entonces que Dios se apiade de nuestra alma. Porque aquellos días en los que aprieta el calor y no te queda más remedio que coger el metro o el tren como a alguien le haya abandonado el Peusek o el Sanex vas listo porque te darán el viaje seguro. 
Haz como yo cambia de vagón o baja en la siguiente parada sino tienes prisa...y si me apuras, te aconsejo que si vas bien de tiempo optes por ir andando que al menos no respiraras tanto aire viciado.
Como indica el título del post, en las distancias cortas es cuando peor se puede pasar, así que a no ser que sea una necesidad imperiosa si podéis evitar trenes, metros y autobuses en hora punta, hacedlo.





Gubi's place.

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