Este post lo escribo con motivo de mi agudo dolor de muela causado por una infección debido a que años atrás, muchos años atrás, me la empastaron y me mataron el nervio. Hasta aquí todo correcto, pues no, si así fuera este post no tendría sentido alguno. Hay una cosa que desconocía y la voy a compartir con todos vosotros y es que al parecer en el noventa por cien de los casos, con el paso de los años deriva en una infección y es lo que me ha pasado a mí, he tenido la desdicha de formar parte de ese diez por ciento, me troncho, me mondo y me parto por la mitad. La semana anterior noté un leve dolor que me pareció muy extraño, llegó sin avisar, de golpe y porrazo así que llamé al doctor y me dieron cita para mañana...lo escribo hoy porque es cuando me ha ocurrido todo esto, no pretendo liaros, pero como me dolía tanto he ido hoy de urgencias. También he de deciros que quedó un muñón de muela porque con los años ese empaste cayó así que mi actual dentista me puso una funda.
Pues yo debido a la intensidad del dolor sabía que me iban a dar una mala noticia y al hacerme la radiografía se ha visto claramente, hay una infección de padre y muy señor mío. Así que habrá que sacar la muela y la funda, porque no se podrá salvar la pieza y con el tiempo cuando se haya regenerado el hueso un implante, Lore, Lore, Macu, Macu...
El dolor al principio era soportable, la cosa se agrabó en el momento en el que usé el irrigador bucal de mis padres, que para más inri lo utilicé dos veces, el Domingo y el Lunes, por eso el Martes a la mañana salí como alma que lleva el Diablo hacía la consulta del médico.
Creímos que el daño podía ser causado por algún resto de comida, así que mi padre con toda la buena fe del mundo me convenció para que lo usara ya que a mi hermana le ocurrió algo similar y a los pocos días todo volvió a la normalidad. Así que al oír maravillas de aquel aparatito me animé a probarlo. Me preparó la mezcla de agua y colutorio y una servidora lo usó a base de bien, por detrás, por delante, por los laterales...con unas ganas y una alegría que ni os cuento y como sale a propulsión notaba como llegaba a los rincones más difíciles. Mi madre me avisó los dos días: -no lo hagas tan seguido-, pero no la escuché...a las madres hay que escucharlas siempre, porque suelen tener razón. A los pocos minutos noté alivio y pensé: -menos mal que he usado este aparato, al final va a resultar que mi padre estaba en lo cierto, el dolor ha sido provocado por algún resto de comida-. Para nada, que equivocada estaba la virgen, a las pocas horas el dolor era mucho más fuerte, no daba crédito así que me tomé un ibuprofeno y se lo dije a mis padres. Como ya os he dicho lo probé de nuevo el Lunes y a partir de ahí vi las estrellas.
Al día siguiente, es decir hoy Martes, el dolor era tres veces más intenso así que decidimos ir de urgencias al dentista porque no lo podía aguantar.
Como he dicho al principio, yo ya iba con la idea de que me iban a dar una mala noticia y así fue. Empecé a tomar antibiótico ese mismo día después de comer, pero como ya sabéis tarda entre 24 y 48 horas en hacer efecto, en mi caso un poco más debido a la gravedad de la infección. Esa misma tarde mis padres me trajeron un protector de estómago, una caja de Naproxeno porque me quedaban un par de Ibuprofenos, así que si el dolor persistía debía tomar algo para paliarlo y un spray con benzocaína que adormece la zona y ayuda a soportar el dolor. En mi caso no me hizo casi nada, sólo conseguí que me adormeciera la lengua, no pude evitar el tragarlo y para colmo de mis pesares, me fastidió el labio...en fin. A los fármacos que me habían traído mis padres debía añadir, el antibiótico, mi bote de Ana Maria La Justicia, mi caja de vitaminas, un jarabe para la tos, una caja de Frenadol y otra de Aspirinas...así que podéis imaginar la cantidad de fármacos que habían en mi mesa, pero no todos eran míos ¡¿eh?!, que mi pareja ha estado enfermo...digamos que esa tarde había batido mi propio récord puesto que a parte de una aspirina, no soy muy aficionada a los medicamentos. Dejando a un lado el dispensario de medicinas, esa misma noche, la madrugada del Martes al Miércoles, concretamente, sufrí el episodio más intenso de dolor que jamás había sentido desde que tengo uso de razón. Soy incapaz de describirlo y eso es raro en mí puesto que generalmente tengo palabras para describirlo casi todo. Me desperté a la una y media de la madrugada y me tomé otro ibuprofeno, no lo podía aguantar, era tremendo, inhumano. Así que me fui al baño a llorar a la vez que agarré y estrujé una toalla porque no sabía ni que hacer. Los minutos pasaban y el antiinflamatorio no hacía efecto, además como sólo había tomado dos pastillas de antibiótico era imposible que aquello se calmara, yo me quería morir, recuerdo que me di golpes contra la pared porque no podía más.
Al cabo de una hora se calmó un poco así que agotada decidí irme a la cama para levantarme de nuevo a las cuatro y media de la mañana con un dolor aún más intenso, casi pierdo el conocimiento, es que no soy capaz de describirlo, era una locura, quería arrancarme la muela a lo bestia porque no podía con mi vida...me imagino la cara que habría puesto mi novio si me llega a ver en el suelo, inconsciente, con un charco de sangre cerca, unos alicates en la mano y la muela podrida colgando...no lo hice, evidentemente, aunque ganas no me faltaron porque me pasaron por la mente auténticas locuras, me senté en la taza del wc y empecé a moverme de delante hacía atrás..,parecía poseída, nada me hacía efecto y cada vez me dolía más. Me levantaba, me sentaba de nuevo, movía los pies continuamente, rezaba, recitaba un mantra, me paseaba por la casa, jugué incluso al Candy Crush para distraerme...de locos. Me fui al comedir y cogí la funda de la botella de cava para ponérmela en la mejilla ya que se me había hinchado y pensé que el frío me adormecería la zona, a la vez busqué en Internet algún remedio para paliar aquel dolor y es entonces cuando encontré una página muy interesante que hablaba de las múltiples propiedades del ajo, así que corté un trozo y lo pasé por la zona afectada. Creedme si os digo que a los pocos minutos aquello mejoro y el alivio casi me hace llorar, eran ya las seis de la mañana y el dolor había cesado, así que me fui a la cama de nuevo para levantarme tres horas después a sacar al perro...
Que noche la de aquel año, imaginaos como iba yo al día siguiente, me pasé toda la tarde en la cama y me vino genial la verdad, me embadurné de ajo que era un contento. Adoro al ajo, lo venero, sí, tal cual lo leéis. El ajo funciona por su ingrediente activo, la alicina, una droga antibacterial que lucha contra las infecciones y alivia el dolor. Pero además actúa de anestésico, por eso me calmó a los pocos minutos. Tanto ajo me puse que después el perrito no se quería acercar a mí, le entiendo perfectamente porque mis padres tienen un licor de ajo que toman en ayunas y cada vez que abren ese bote me entran arcadas del olor tan concentrado. Pero comprenderéis que a mí me daba igual, he preferido apestar a ajo antes que sufrir ese inenarrable dolor.
¿Alguno de vosotros ha sufrido alguna vez un dolor así?
Gubi's place.
Creímos que el daño podía ser causado por algún resto de comida, así que mi padre con toda la buena fe del mundo me convenció para que lo usara ya que a mi hermana le ocurrió algo similar y a los pocos días todo volvió a la normalidad. Así que al oír maravillas de aquel aparatito me animé a probarlo. Me preparó la mezcla de agua y colutorio y una servidora lo usó a base de bien, por detrás, por delante, por los laterales...con unas ganas y una alegría que ni os cuento y como sale a propulsión notaba como llegaba a los rincones más difíciles. Mi madre me avisó los dos días: -no lo hagas tan seguido-, pero no la escuché...a las madres hay que escucharlas siempre, porque suelen tener razón. A los pocos minutos noté alivio y pensé: -menos mal que he usado este aparato, al final va a resultar que mi padre estaba en lo cierto, el dolor ha sido provocado por algún resto de comida-. Para nada, que equivocada estaba la virgen, a las pocas horas el dolor era mucho más fuerte, no daba crédito así que me tomé un ibuprofeno y se lo dije a mis padres. Como ya os he dicho lo probé de nuevo el Lunes y a partir de ahí vi las estrellas.
Al día siguiente, es decir hoy Martes, el dolor era tres veces más intenso así que decidimos ir de urgencias al dentista porque no lo podía aguantar.
Como he dicho al principio, yo ya iba con la idea de que me iban a dar una mala noticia y así fue. Empecé a tomar antibiótico ese mismo día después de comer, pero como ya sabéis tarda entre 24 y 48 horas en hacer efecto, en mi caso un poco más debido a la gravedad de la infección. Esa misma tarde mis padres me trajeron un protector de estómago, una caja de Naproxeno porque me quedaban un par de Ibuprofenos, así que si el dolor persistía debía tomar algo para paliarlo y un spray con benzocaína que adormece la zona y ayuda a soportar el dolor. En mi caso no me hizo casi nada, sólo conseguí que me adormeciera la lengua, no pude evitar el tragarlo y para colmo de mis pesares, me fastidió el labio...en fin. A los fármacos que me habían traído mis padres debía añadir, el antibiótico, mi bote de Ana Maria La Justicia, mi caja de vitaminas, un jarabe para la tos, una caja de Frenadol y otra de Aspirinas...así que podéis imaginar la cantidad de fármacos que habían en mi mesa, pero no todos eran míos ¡¿eh?!, que mi pareja ha estado enfermo...digamos que esa tarde había batido mi propio récord puesto que a parte de una aspirina, no soy muy aficionada a los medicamentos. Dejando a un lado el dispensario de medicinas, esa misma noche, la madrugada del Martes al Miércoles, concretamente, sufrí el episodio más intenso de dolor que jamás había sentido desde que tengo uso de razón. Soy incapaz de describirlo y eso es raro en mí puesto que generalmente tengo palabras para describirlo casi todo. Me desperté a la una y media de la madrugada y me tomé otro ibuprofeno, no lo podía aguantar, era tremendo, inhumano. Así que me fui al baño a llorar a la vez que agarré y estrujé una toalla porque no sabía ni que hacer. Los minutos pasaban y el antiinflamatorio no hacía efecto, además como sólo había tomado dos pastillas de antibiótico era imposible que aquello se calmara, yo me quería morir, recuerdo que me di golpes contra la pared porque no podía más.
Al cabo de una hora se calmó un poco así que agotada decidí irme a la cama para levantarme de nuevo a las cuatro y media de la mañana con un dolor aún más intenso, casi pierdo el conocimiento, es que no soy capaz de describirlo, era una locura, quería arrancarme la muela a lo bestia porque no podía con mi vida...me imagino la cara que habría puesto mi novio si me llega a ver en el suelo, inconsciente, con un charco de sangre cerca, unos alicates en la mano y la muela podrida colgando...no lo hice, evidentemente, aunque ganas no me faltaron porque me pasaron por la mente auténticas locuras, me senté en la taza del wc y empecé a moverme de delante hacía atrás..,parecía poseída, nada me hacía efecto y cada vez me dolía más. Me levantaba, me sentaba de nuevo, movía los pies continuamente, rezaba, recitaba un mantra, me paseaba por la casa, jugué incluso al Candy Crush para distraerme...de locos. Me fui al comedir y cogí la funda de la botella de cava para ponérmela en la mejilla ya que se me había hinchado y pensé que el frío me adormecería la zona, a la vez busqué en Internet algún remedio para paliar aquel dolor y es entonces cuando encontré una página muy interesante que hablaba de las múltiples propiedades del ajo, así que corté un trozo y lo pasé por la zona afectada. Creedme si os digo que a los pocos minutos aquello mejoro y el alivio casi me hace llorar, eran ya las seis de la mañana y el dolor había cesado, así que me fui a la cama de nuevo para levantarme tres horas después a sacar al perro...
Que noche la de aquel año, imaginaos como iba yo al día siguiente, me pasé toda la tarde en la cama y me vino genial la verdad, me embadurné de ajo que era un contento. Adoro al ajo, lo venero, sí, tal cual lo leéis. El ajo funciona por su ingrediente activo, la alicina, una droga antibacterial que lucha contra las infecciones y alivia el dolor. Pero además actúa de anestésico, por eso me calmó a los pocos minutos. Tanto ajo me puse que después el perrito no se quería acercar a mí, le entiendo perfectamente porque mis padres tienen un licor de ajo que toman en ayunas y cada vez que abren ese bote me entran arcadas del olor tan concentrado. Pero comprenderéis que a mí me daba igual, he preferido apestar a ajo antes que sufrir ese inenarrable dolor.
¿Alguno de vosotros ha sufrido alguna vez un dolor así?
Gubi's place.
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