Por todos es bien sabido de que España no es precisamente un país en el que sus habitantes hablen susurrando...aquí nos va la marcha y si puedes decir las cosas más alto para que te oigan bien, mejor que mejor. Hacemos ruido, las cosas como son y lo peor de todo es que nos importa bien poco si molestamos a los demás.
Hablamos gritando ya sea para llamar a alguien por la calle o si vamos hablando con el movil...da igual, lo que importa es que nos oigan bien y hacer partícipes a los demás de nuestras penurias, calamidades y alegrías. Porque no hay nada más molesto que tener a alguien cerca de tí gritando al dichoso telefonito. No lo llego a entender, si tienes problemas de audición, tiene un pase, pero sino es así, no consigo comprender porque gritamos tanto...sólo es cuestión de subir un poco el volumen y así oiremos mejor.
Pero no solo eso, entras en una tienda y la música bien alta, que no decaiga la fiesta...dejando sordo al personal y fomentando el estrés y las ganas de huir despavorido de ese lugar. Almenos a mí es lo que me provoca, ahora, confieso que años atrás lo toleraba mejor. La estrategía de subir el volumen de la música para favorecer la compra compulsiva, es algo que ya no funciona conmigo desde hace mucho tiempo.
Pero sigamos, te sientas en una terraza de un bar y todo es ruido, carcajadas incontrolables y a todo pulmón, gritos, chillidos y un sinfín de soniditos molestos tales como arrastrar las desagradables sillas de hierro, con premeditación y alevosía por eso, hasta que te entran ganas de girarte hacía la persona y decirle: - ¿no sabe levantar la silla hostias?, hablar gritando...y como en cada mesa se grita tanto, al final no oyes lo que te dice la persona que tienes sentada justo delante de tí. Esto sino hay fútbol, porque si hay partido vas listo.
Entras en un bar musical, un pub o una discoteca y la música suena a bombo y platillo que es un primor. Eso si que es una fiesta...no oyes ni tu propia voz y cuando te acercas a pedir algo para beber a la barra, como no le hagas señas, tardas un buen rato para que te entienda el barman...aunque siempre puedes optar por encaramarte a la barra, apoyarte en el taburete, acercarte al camarero todo lo que tu pequeño cuerpo te permita y gritarle al oído lo que quieres...sin dejar de sonreír claro. Ante todo, buen rollito porque el hecho de que esté la música a todo trapo, tu te quedes afónica y el camarero sordo, no es culpa tuya.
Pero aún hay más, en las noches de verano da gusto ver como los vecinos aprovechan sus patios para festejar cualquier cosa que se les ocurra y hacer una barbacoa a las 12 de la noche. No tengo nada en contra pero es que resulta, que por la noche se suele dormir, se suele descansar...y acaba uno hasta el moño de escuchar conversaciones a voz en grito, risotadas, llantos de niños, gritos de niños, que nadie tiene intención de callar. Por el amor de Dios, seamos respetuosos, entiendo que hace calor y que es está mejor en el patio o terraza tomando el fresco, pero desafortunadamente no viven solos y hay una serie de normas de conducta que uno no se puede pasar por montera con tanta alegría. Así no vamos bien.
Esto sólo es la punta del iceberg, allá dónde vayamos hay alguien gritando o levantando la voz de manera desmesurada...no falla. En el supermercado, en la calle, cualquier lugar es bueno para hablar a gritos. No sé que le sucede a esta sociedad, que ganas de gritar leches. Lo mejor es que las generaciones futuras se comportaran de la misma manera, de hecho ya lo hacen. Piden la cosas a gritos y por cualquier cosa rompen a llorar armando una buena. Han salido con buenos pulmones, más de uno va a ser cantante de ópera mínimo, porque al borde están de reventar más de un tímpano.
No hay que fijarse mucho para darse cuenta de que todo es ruido a nuestro alrededor. Si hacen obras en la calle, es para morirse del gusto y como te toquen cerca de tu vivienda ya puedes hacer una fiesta. Si pasa el camión de la basura, tres cuarto de lo mismo, a parte del olor embriagador que deja a su paso...el sonido es de lo más encantador. Si un vecino se pone a picar la pared un sábado a primera hora de la mañana, da una alegría levantarse con esa música celestial que es un contento. Si los vecinos arrastran las sillas en vez de levantarlas...una y otra vez, una y otra vez...te entran ganas de subir con una daga y recrear alguna escena de Kill Bill. Es así, que queréis que os diga...ahora me diréis que nunca lo habéis pensando ¿no?, pues yo sí.
Entiendo porque el nivel de estrés de los habitantes es tan alto, entiendo porque las personas van aceleradas... si para encontrar un poco de paz y tranquilidad has de hacer filigranas.
Aquí en nuestro país los extranjeros se lo pasan teta, jolgorio, fiesta y cachondeo hasta altas horas de la madrugada. Deben pensar que estamos todos locos y que aquí se trabaja lo justito pero que la fiesta y el griterio se lleva en las venas. Pensándolo bien, no van desencaminados la verdad. Luego salimos de nuestras fronteras y nos sorprendemos con las normas de conducta que imperan en sus países. En muchos lugares de la comunidad Europea a las ocho de la tarde ya no se puede hacer ruido, aquí hasta altas horas de la madrugada. A mí me da que pensar...por eso se nos respeta poco.
En fin señores, que somos ruidosos y molestos, lo llevamos en nuestra sangre y es nuestro sello de identidad. Sería estupendo que se propusiera una sociedad menos ruidosa, creo que todos en general viviríamos mucho más tranquilos, pero por lo pronto creo que es una utopía.
¿Qué pensáis? ¿Creéis que somos ruidosos?
Gubi's place
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