domingo, 5 de junio de 2016

Con la crisis el Ambulatorio ha dejado de ser el centro social de la tercera edad.




Desde el cariño y el respeto más absoluto quiero comentar que desde que la crisis asoló nuestro país las cosas han cambiado mucho en las zonas de espera de nuestros ambulatorios. Es un hecho que puedo corroborar al 100% ya que años atrás aquello parecía un centro cívico donde los carteles de "Se ruega silencio", se respetaban de la misma forma que los conductores respetan a los peatones en los pasos de cebra señalizados con marca vial...imaginaos, podías traer las cartas o algún juego de mesa para echar unas partiditas con los abuelos mientras esperabas a que el médico te llamara.
¿Recordáis haber vivido alguna escena parecida?, llegar al ambulatorio, coger número y sentirte como si estuvieras en el mercado del pueblo en hora punta. 
Muchas personas mayores iban porque realmente lo necesitaban y otras iban a ver como sus amigos esperaban al médico y así les hacían compañía porque en realidad no tenían nada mejor que hacer. Así que una cosa llevaba a la otra y si Manolo tenía que ir al médico pues Pedro y Jenaro, amigos y vecinos, le acompañaban y hacían la mañana en la sala de espera.
A veces daba la sensación de que regalaban algo o que conseguían puntos con las recetas o vales de descuento en la farmacia porque era una pasada ver a tantas y tantas personas mayores esperando, hablando, gritando, riendo...un cachondeo padre, y llegabas tú, enfermo de verdad, con cara de sino me atienden voy a perecer aquí y ustedes van a tener un problema muy gordo...y tenías que esperar con fiebre y escalofríos mientras los abuelos iban circulando delante de ti y nadie te decía: -pasa nena que haces mala cara-. Lo siento mucho pero aquello no me hacía nada de gracia y de nada servía poner cara de Uruk-Hai a ver si alguien te dejaba pasar por temer por su integridad. Los abuelos son muy suyos, aunque no tengan nada, si a Pepito le duele a Mengano también le duele y además le pica...ojo al dato.
Pero desde que estamos en crisis, apareció el copago y los recortes se han llevado por delante muchos puestos de trabajo, las cosas no son como antaño. Ahora si vas al médico ya no parece un centro social, parece un ambulatorio fantasma, sacado de la película Resident Evil cuando Alice despertaba de su estado de amnesia temporal y se encontraba un paisaje desolar y desértico. Estas en la sala de espera más solo que un astronauta a la deriva y hasta el silencio te molesta...de vez en cuando aparece otro paciente y se sienta cuatro filas más lejos y aún te sientes más incomprendido hasta que el médico grita tu nombre con tanto entusiasmo que se escucha en la planta superior. 
Alguna vez he vuelto a econtrarme movimiento y barullo en la sala de espera, pero ya no es como antes. Esto de pedir recetas para todo se ha terminado, en el fondo si se piensa con detenimiento tiene su sentido. No era normal que por un dolor de pie, te hicieran receta cuando a lo mejor habías pisado mal, el calzado no era el adecuado o te habías golpeado. Tampoco era normal que por un raguño te hicieran una receta, pero si uno se puede curar en casa no es necesario ir al médico por un cortecito o por una rascada...otra cosa es abrirse la cabeza contra un mueble pero entiendo que habitualmente eso no pasa.
Todos sabemos que hubo un momento en el que no se controlaba el tema de las recetas y los médicamentos. Además tantas recetas médicas no podían ser buenas para la salud de nadie, que si el protector de estómago, que si el antiinflamatorio, que si el antihistamínico, los antibioticos, los antidepresivos...y un largo etcétera que no tenía fin. Al final acababas por crear un cóctel de medicamentos que te destrozaban el estómago, te provocaban estreñimiento, colon irritable o problemas gastrointestinales...yo no se que era peor. 
Ahora le medicina alternativa y los componentes naturales están pisando fuerte, además los hábitos van cambiando lentamente y hay un deseo común por cuidarse más, comer mejor y acudir menos al médico a no ser que sea de absoluta necesidad.
Por ello no veo tanta cantidad de personas mayores en los ambulatorios, almenos en mi pueblo la cosa ha bajado drásticamente, salvo algún día como ya he dicho. En el que notas aquel ambientillo característico de una buena sala de espera en España, en la que el silencio brilla por su ausencia, aunque aún dista mucho de lo que fue años atrás.
¿Qué pensáis al respecto?




Gubi's place

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