Creo que no hay cosa más asquerosa que pisar una caca de proporciones considerables cuando aún está calentita. Pero lo que todavía es más indignante si cabe es estrenar zapatos nuevos y plaff meter el pie justo en un pastelazo al que sólo le falta unas velitas de colores.
Tras este preámbulo nadie queda exento de pisotear alguna y acordarse de la madre de alguien. Por lo que tarde o temprano todos acabamos estrujando, aplastando o resbalándonos con alguna y hace una gracia que dura varias horas o incluso días. Pero el grado del cabreo va en proporción con el tamaño de las heces, la calidad del zapato y la zona que se haya manchado en cuestión.
El mejor momento llega cuando hemos de limpiar aquella mierda bien pegada en cada una de las fibras del tejido...el primer arrebato es coger el zapato y entre arcadas tirarlo a la basura independientemente de lo que haya costado ya que en esos momentos da exactamente igual. Porque hay que tener mucho estómago para ponerse a limpiar ciertas cosas. Y que quede constancia de que los animales no tienen la culpa, ellos simplemente siguen su instinto nada más. El culpable es el dueño por ser un incívico, un irrespetuoso y un auténtico guarro.
No me cansaré de decirlo, un perro es como un niño, sino se le enseña lo hace dónde le viene en gana y si encima lo dejas ahí estratégicamente para que todo el mundo lo vea, pues ya tenemos la polémica servida. Hay que ser insensato y mal educado para dejar eso en la acera darse media vuelta y disimular como si la cosa no fuera con uno.
Para no romper la costumbre voy a comentar una anécdota escatológica, como no, que me sucedió hace ya varios años en Lleida.
Iba yo con toda mi alegría por la calles de Lleida arrastrando mi maletita de viaje pues pretendía alojarme unos días en casa de unos amigos cuando sin darme cuenta me llevé por delante una deposición de las que hacen historia...no quisiera vomitar al recordarlo pero es que aquel olor nauseabundo proveniente del mismísimo corazón de las cloacas, mezclado con queso rancio y leche cortada se me quedó grabado en el subconsciente.
De buenas a primeras no me di ni cuenta hasta que no llegué al destino y fue entonces cuando todos empezamos a notar fétido olor que no sabíamos de donde procedía. Aquello no se podía aguantar y como ya he dicho antes, si me concentro mucho en ello puedo sacar la cena.
Después de varios minutos indagando a alguien del grupo se le encendió la bombilla y señalo mi maletita, que estaba en un rincón, como el foco del hedor.
Obviamente nadie quería acercarse y tuvo que ser este mismo valiente el que verificara que ciertamente las ruedas estaban impregnadas de mierda. Y para que no quede duda alguna de la magnitud de la cagada, os diré que no quedaba ranura ni rincón, ni parte inferior de las ruedas y bulto, que no hubiese sido atacado por aquel monumental excremento.
Se hizo el silencio y a mi me entraron arcadas y tuve que ir al baño. Así que entre risas y vómitos tuvo que ser mi amigo quién limpiara todo aquello a pesar de que era mi equipaje. Pero yo no tenía estómago, cada vez que me acercaba me subía la arcada.
Durante varios días aguantamos aquel repugnante olor incluso con toda la casa abierta. Hasta que después de limpiar a conciencia la maleta, desmontar las ruedas y tenerlas varios días en remojo con desinfectante se fue disipando.
Con esto quiero deciros que aquel animal que depositó amablemente eso en la acera o estaba enfermo o había comido algo en muy mal estado.
Respecto al dueño de esa bestia, sólo puedo deciros que le habría frotado su puta cabeza varias veces por esa porquería hasta que le hubiese quedado bien claro, que las heces hay que recogerlas.
No fueron unos zapatos nuevos...aunque en este caso es igual de repugnante.
Así que por favor, recoged las heces que no cuesta nada.
Yo he tenido perro toda la vida y siempre lo hemos recogido y aún no se me han caído los anillos por ello.
En serio construyamos una sociedad más cívica, más limpia y más educada.
Gubi's place.
De buenas a primeras no me di ni cuenta hasta que no llegué al destino y fue entonces cuando todos empezamos a notar fétido olor que no sabíamos de donde procedía. Aquello no se podía aguantar y como ya he dicho antes, si me concentro mucho en ello puedo sacar la cena.
Después de varios minutos indagando a alguien del grupo se le encendió la bombilla y señalo mi maletita, que estaba en un rincón, como el foco del hedor.
Obviamente nadie quería acercarse y tuvo que ser este mismo valiente el que verificara que ciertamente las ruedas estaban impregnadas de mierda. Y para que no quede duda alguna de la magnitud de la cagada, os diré que no quedaba ranura ni rincón, ni parte inferior de las ruedas y bulto, que no hubiese sido atacado por aquel monumental excremento.
Se hizo el silencio y a mi me entraron arcadas y tuve que ir al baño. Así que entre risas y vómitos tuvo que ser mi amigo quién limpiara todo aquello a pesar de que era mi equipaje. Pero yo no tenía estómago, cada vez que me acercaba me subía la arcada.
Durante varios días aguantamos aquel repugnante olor incluso con toda la casa abierta. Hasta que después de limpiar a conciencia la maleta, desmontar las ruedas y tenerlas varios días en remojo con desinfectante se fue disipando.
Con esto quiero deciros que aquel animal que depositó amablemente eso en la acera o estaba enfermo o había comido algo en muy mal estado.
Respecto al dueño de esa bestia, sólo puedo deciros que le habría frotado su puta cabeza varias veces por esa porquería hasta que le hubiese quedado bien claro, que las heces hay que recogerlas.
No fueron unos zapatos nuevos...aunque en este caso es igual de repugnante.
Así que por favor, recoged las heces que no cuesta nada.
Yo he tenido perro toda la vida y siempre lo hemos recogido y aún no se me han caído los anillos por ello.
En serio construyamos una sociedad más cívica, más limpia y más educada.
Gubi's place.
No hay comentarios:
Publicar un comentario