miércoles, 10 de agosto de 2016

La primera comunión...



Todos los que hayáis hecho la comunión recordaréis ese día como uno de los más curiosos de vuestra vida, nosotras vestidas de blanco como princesitas y con diademas y zapatos a juego y ellos con aquel trajecito de marinero y el cabello engominado hacia atrás. Recibiendo besos y abrazos de todos los familiares como si aquel día fuese el más glorioso de nuestras vidas. Pero con el debido respeto para mí no lo es aunque hayan querido convencerme de lo contrario. Yo no soy creyente ni practicante pero respeto a todos/as aquellos/as que acuden regularmente a la Iglesia. 
Mis padres no nos bautizaron al nacer y decidieron que cuando tuviéramos edad de hacer la comunión eligiéramos nosotras mismas si deseábamos o no ser bautizadas.
 En mi caso y teniendo en cuenta que ya hacía tiempo que asistía a Catequesis y mis compañeras en su totalidad iban a tomar su primera comunión me vi obligada en parte a tomar la decisión de bautizarme y hacerla, influenciada también por la presión que la escuela ejerció en aquel momento ya que era una escuela de monjas y aquello estaba mal visto por aquel entonces...lástima que era muy joven que ahora no me pillan.
En mi memoria siguen vivos algunos momentos de aquel día y creo que no se me van a olvidar nunca, porque puedo afirmar que aquella fue la primera y única vez que una servidora hablaba delante de una multitud para leer una plegaria que encima había olvidado en casa. Tengo vagos recuerdos de aquel día porque ha llovido bastante, pero si que me viene a la mente una imagen de varias compañeras recitando su plegaria, papel en mano, muy nerviosas antes de que les tocara salir. Yo no estaba nerviosa y eso que me la había olvidado en casa y cuando me di cuenta de ello prácticamente era mi turno, así que se lo dije a mis padres...de perdidos al río, me debieron decir aunque no lo recuerdo exactamente porque la memoria no me alcanza para tanto, pero seguro que me dijeron: - sal y que sea lo que Dios quiera-, nunca mejor dicho. Así que mi yo de hace más de treinta años se armó de valor y se dirigió con paso firme al micro y con un par de bemoles recitó la poesía, sin ponerse nerviosa y sin chuleta, delante de un huevo de gente,yo diría que cientos porque aquel día éramos muchos los niños y niñas que recibíamos el cuerpo de Cristo por primera vez. Tras recitarla recibí una gran ovación y muchos aplausos y fue lo más emocionante de la comunión, lo digo con total sinceridad. Aquel momento era mucho más importante que recibir regalos o acudir después de la ceremonia a una gran comida familiar. 
Pero tiene guasa que después de tanta preparación y catequesis me dejara la poesía en casa, en serio estas cosas sólo me pueden pasar a mí...y lo pienso y me río porque es una de aquellas anécdotas que con el paso del tiempo te hacen mucha gracia.
La comunión es el primer contacto oficial con la Iglesia para muchos y no por estar bautizado y recibir el cuerpo de Cristo por primera vez eres mejor persona, tampoco lo eres por acudir a misa cada Domingo. Son sólo tradiciones que se mantienen arraigadas con el transcurso del tiempo nada más. 
Cada persona desde su más tierna infancia debería tener capacidad suficiente para poder escoger si desea o no hacer la comunión, no deben obligarte ni tampoco deben coaccionarte como muchas escuelas de monjas y curas han ido haciendo a lo largo de nuestra historia. Cada vez más emerge ese deseo en nuestra sociedad de que en las escuelas haya una libre elección a la hora de escoger ciertas asignaturas, por ejemplo los idiomas y como no, la religión. Por lo tanto la comunión y la asignatura de religión deberían ser una simple opción, nada más. Quién se sienta cristiano y quiera que sus hijos la hagan y vayan a misa y crean con fervor en Dios todo poderoso y salvador, es muy libre de hacerlo. Por el contrario quién no desee hacerlo también es libre, ya que es una opción tan válida como la otra.
¿Qué recuerdos tenéis de vuestra primera comunión?


Gubi's place.



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