jueves, 11 de agosto de 2016

¿Qué pasa cuando te coge por sorpresa una tormenta y vas en el coche?




Los que seguís mi blog seguramente recordaréis que ya comenté en su momento que esto de la conducción no está hecho para mí. Me pongo bastante nerviosa sobretodo cuando llega el momento de aparcar y se ha formado una cola de conductores energúmenos tras de mi que no cesan de apretar el claxon con toda la mala hostia del mundo.
Pero este no es el verdadero motivo de mi post, sino hablar de lo mal que se pasa cuando te coge una tormenta y vas en el coche. Y para no perder la costumbre os diré que a mi me ha pasado conduciendo de noche y volviendo de Vilanova i la Geltrú. Por aquel entonces lo cogía más que ahora, lo confieso y aquel día decidí ir con una amiga a pasar la tarde y tomar algo. Hasta aquí todo parece normal ¿no?, dos amigas que quedan y deciden ir a merendar varios pueblos más lejos del suyo...vamos lo que hacen todos. 
Cuando estábamos en la cafetería ya empezó a llover y yo me puse nerviosa porque sabía que teníamos que volver al pueblo y encima no estaba sola, porque si sólo voy yo puedo gritar y llorar que nadie me ve. Así que fuimos hacia el coche y a los pocos minutos de subir cayó lo que no está escrito. Los limpiaparabrisas no daban a basto, no se veía tres en un burro y dentro del coche empezó a formarse un micro clima que en nada empañó los cristales y tuvimos que abrir las ventanas con el inconveniente de que nos entraba agua dentro. Un desastre total...hasta que se me ocurrió poner en marcha el aire acondicionado y empecé a ver la carretera. A esas alturas ya no sabía muy bien por dónde me había metido, de hecho me perdí, pero esto es un clásico en mi, es subirme al coche y servidora se pierde con bastante facilidad. 
Recuerdo que habían curvas y no precisamente las del Garraf,  y en un momento dado hice una maniobra muy rara porque estuve a punto de comerme unos matorrales y mi amiga de los nervios se puso a gritar y yo en vez de calmarla también me uní a sus gritos...aquello era para grabarlo y subirlo al youtube. Imaginaos la escena, una lluvia torrencial y dos chaladas gritando dentro de un coche mientras la conductora esquivaba las curvas, porque no las tomaba, las esquivaba que es muy distinto. Ahora que lo pienso me produce risa, pero en aquel momento me quise morir. Nunca reaccionéis así, que manera más temeraria de perder los papeles.
Después del susto y del subidón de adrenalina iba con el corazón en la boca a punto de vomitarlo hasta que por fin vi la luz al llegar a una gasolinera y poder parar para coger aire y calmarme hasta que cesó la tormenta. Después de esta absurda y peligrosa anécdota encontramos de nuevo el camino de vuelta a casa.
 ¿Entendéis ahora porque me aterra coger el coche no? es una máquina infernal y no se lleva bien conmigo, yo voy de buenas pero me domina.
Recuerdo otra anécdota, esta vez con la familia volviendo de Castellar de n'Hug, lugar dónde nace el río Llobregat. Era un día caluroso de verano y al volver cayó una tormenta que parecía el diluvio universal. Pasé miedo os lo aseguro, porque a parte de que no se veía nada de nada, llegó un momento en el que el agua empezó a zarandear el coche, poca broma. Daba la sensación de que se iba a acabar el mundo en aquel momento y mi padre, a pesar de ser un conductor experimentado no tuvo narices de controlar el coche, así que tuvimos que permanecer parados en una cuneta con las luces de emergencia en marcha por si pasaba algún coche y nos daba un golpe. Fue un momento angustioso, las tormentas fuertes imponen y te hacen ser muy vulnerable porque estas a merced de las circunstancias ambientales y da igual la experiencia que tengas al volante.
Así que si sabéis de antemano que se prevén lluvias no cojáis el coche, es un suicidio y si os encontráis con ellas por casualidad, parad en algún lugar seguro y esperad al menos a que baje la intensidad de la misma.







Gubi's place.

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