Cómo ya comenté el otro día, mi pareja y yo fuimos a un refugio a conocer al hermoso perrito que podéis ver en la foto. Fue un amor a primera vista porque es un animal bueno, tranquilo y dócil.
Desde que le visitamos no pudimos dejar de pensar en él y de lo genial que sería tenerle en casa...imaginando como sería compartir buenos y entrañables momentos los tres juntos.
El mismo día de nuestra visita, el refugio atendió a dos familias más que también eran buenos candidatos y estaban dispuestos a darle la mejor de las atenciones y el máximo cariño posible.
Pero a los dos días de no saber nada de nada, yo me subía por las paredes, lo confieso, así que le dije a mi novio que iba a llamar porque necesitaba saber que decisión habían tomado porque no hay cosa más desesperante que la espera...sobre todo cuando estás interesado al cien por cien en algo que te importa mucho. LLamé un par de veces y nadie me cogió el teléfono, envié un wassap y tampoco lo leyeron en ese momento. La angustia crecía por momentos y la incertidumbre también. Esperé pacientemente una hora y decidí llamar por última vez hasta que me lo cogió una de las chicas, aproveché para decirle que por favor nos diera la oportunidad de tenerlo y responsabilizarnos de él ya que con nosotros iba a estar muy bien. Fue entonces cuando la chica me indicó que ya habían barajado la posibilidad de que la mejor opción éramos mi pareja y yo puesto que no no tenemos hijos, ni gato y disponemos de tiempo para cuidar como se merece a este angelito. Yo no daba crédito cuando me lo decía, me invadió una de las alegrías más grandes que había sentido en mucho tiempo y tuve que contener la emoción porque sino era incapaz de seguir la conversación por teléfono.
Cuando colgué y abrí la puerta mi pareja desde la cocina me miraba con recelo y con una sonrisa de oreja a oreja le dije: -es nuestro-, madre mía nos fundimos en un abrazo de oso y empezamos a reír y a bailar, que momentazo más emotivo os lo aseguro.
Al día siguiente fuimos a visitarle y nos lo pudimos llevar de paseo. Se portó genial en el coche, ya que al parecer le encanta viajar en este medio de locomoción y en la calle vino con nosotros y obedeció en todo. Fue realmente curioso porque era la segunda vez que nos veía, pero esta vez nos habían dejado con él así que lo llevamos en el coche y nos alejamos unos pocos kilómetros del refugio para pasear tranquilamente y que el se fuera adaptando a nosotros y viceversa. Pues creedme si os digo que no extrañó nada ni a nadie, iba con la cola bien alta y la movía cada vez que le decíamos algo.
Podremos verle una vez más antes de irnos de viaje y a la vuelta realizaremos las gestiones oportunas y pertinentes de la adopción. Lo llevaremos a lavar y le compraremos su ajuar para que cuando llegue a casa este cómodo con sus cosas y se sienta feliz de que por fin vuelve a tener una familia que nunca lo va a abandonar y que se va a preocupar de el hasta el día que exhale su último aliento.
Soy consciente de que el handicup de la edad está ahí porque ya tiene nueve años, pero habiendo observado al animal y dando fe de que parece mucho más joven de lo que es y que posee una buena salud, salvo algún problemilla en la piel que con el tiempo se curará, me atrevo a augurar de que con nosotros vivirá mínimo ocho años más, de eso estoy convencida ya que todos mis perros han sobrepasado con creces la esperanza de vida estimada.
Por lo tanto, como mantengo la firme decisión que de que una servidora no va a tener hijos, este será mi hijo perruno. Y como mantengo la convicción de que lo ideal y lo más humano es rescatar y adoptar pero nunca comprar, me he decidido conjuntamente con mi pareja a emprender este nuevo viaje que seguro será muy enriquecedor.
Y una cosa os quiero dejar clara, todos mis perros han sido rescatados de la calle...rescatados de personas caprichosas que los abandonan cuando les estorban en casa...ahí lo dejo.
Una última cosa, este post debería haberlo escrito hoy porque en realidad es hoy cuando hemos ido a verle por segunda vez. :-)
Gubi's place.

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