martes, 15 de noviembre de 2016

Anécdotas perrunas parte tres...




Aquí va otra de anécdotas perrunas, esta vez escatológicas...que entenderéis a la perfección todos/as aquellos/as que tengáis peludines en casa.
Mi pareja ha llegado hace poco de pasear a nuestro perro y ha vivido in situ una asquerosa experiencia que me ha recordado una anécdota que yo viví con mi otra perra hace ya un tiempo. 
Cómo ya sabéis a los perros en general les da por seguir un rastro y nos arrastran hasta el lugar de dónde proviene aquel olor, muchas veces no lo encuentran ya que una ráfaga de viento lo transporta y es difícil precisar de dónde viene, otras veces tienen más suerte y encuentran aquello que persiguen fácilmente. 
Pues el suceso va de esto precisamente, mi pareja salía del parque con el perro y de repente este ha dado media vuelta, bordeando una caseta de almacenaje de herramientas, porque ha olido algo, así que mi novio no ha tenido más remedio que seguirlo, bordeándola también, pero con el inconveniente de que el animal iba delante y ha tenido tiempo de introducirse en la boca unas deposiciones secas como una zapatilla de esparto sin que mi pareja haya podido evitarlo. En un principio ha creído que se trataba de otra cosa, por ello le ha abierto la boca consiguiendo sacarle gran parte de la cacota, pero con la mala suerte de que nuestro perro se ha comido el resto. Al fijarse bien en lo que le acababa de extraer se ha dado cuenta de que se trataba de un excremento de grandes dimensiones y le han entrado arcadas ya que las manos le olían a flores...ya me entendéis. Cuando ha llegado a casa y me lo ha explicado después de lavárselas dos veces, me he reído y a la vez me ha fastidiado porque muchos años atrás otra de mis perras murió precisamente por ingerir unas heces de otro perro enfermo. Así que la cosa no es para tomársela a guasa, sino todo lo contrario, deberemos extremar aún más las precauciones y vigilarlo con más detenimiento. Esto no es un caso asilado, muchos perros son así, se comen las deposiciones de otros y no entiendo el por qué, ya que sólo de pensarlo me entran ganas de vomitar.
Precisamente esto que le ha ocurrido me ha recordado un suceso muy similar y más asqueroso ,si cabe, que sufrí con otra de mis perras. Era una calurosa tarde de verano de hace ya varios años y me encontraba caminando con mi perra por la montaña. Decidí soltarla y al ser un perro de caza, se perdía durante un buen rato para aparecer después, sentada en el camino, esperando. Aquel día desaperció entre la maleza y seguí caminando lentamente mientras oía sus ladridos a lo lejos. Al cabo de varios minutos me la encontré sentada en el camino con un pastel de color verde de grandes dimensiones mientras saboreaba un trozo con gran entusiasmo. Al llegar junto a ella me quedé atónita, no podía creer lo que estaba viendo, era lo más asqueroso que había visto jamás y encima la perra me miraba feliz como si me incitara a probar aquel manjar de los dioses. A día de hoy pienso en ello y aún se me revuelve el estómago porque le tuve que desinfectar la boca nada más llegar a casa y os aseguro que no fue plato de buen gusto.
Pero estas cosas pasan, yo prefiero que se coma un trozo de bocadillo antes de zamparse una porquería...pero los animales son carroñeros, si les dejáramos sueltos engullirían todo a su paso y caerían enfermos la gran mayoría de ellos.
Si seguimos así le vamos a tener que sacar con bozal...por lo pronto sólo lo he pensado porque no quiero que el animal se sienta violento.




Gubi's place.

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